
Realizado en el siglo XVIII, según Hernández Díaz recuerda las obras del maestro Cristóbal de Guadix, es estilo barroco y está formado por un solo cuerpo, sostenido por pilastras y dos grandes columnas salomónicas y en cuyo centro, mediante un arco de medio punto, se deja ver, como si estuviese enmarcada, la sagrada imagen del Cristo de la Vera-Cruz, y a sus pies el sagrario, con bella cúpula finamente estriada, y en cuya puerta figura una preciosa pintura de la Virgen Dolorosa.
A este retablo pertenece el dosel que adorna el altar en el que oficia la santa misa, en que figura la leyenda “Operatus est salutem in medio terrae”.
Situado al lado del evangelio y de típica estructura del tabernáculo sevillano, tiene un único cuerpo, apoyado sobre pilastras de orden corintio, con estípites adornados con guirnaldas de flores en los laterales y rematado con un penacho y un dosel en el que aparece la leyenda “Concebida Sin Pecado”. Es obra del escultor Don Rafael Barbero Medina del año 1.952, reformado por el escultor y tallista Don Manuel Guzmán Bejarano en 1.989, quien le suprimió la hornacina inicial que tenía, dejándole plano su fondo para que así resultara más exenta y realzada la sagrada imagen de la Virgen, e igualmente lo enriqueció realizándole un sagrario bajo sus pies.


Situado al lado de la epístola, es obra de la misma época y estilo que el retablo mayor, está compuesto por dos bellas columnas salomónicas, entre las que aparece una hornacina, con arco de medio punto y rodeada de una bella y amplia talla, rematada con penacho, en el que aparece la cruz de la Orden de San Juan y un dosel con la leyenda “Ecce Agnus Dei”.
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